El tiempo se diluye. El instante se prolonga. El espacio cobra vida. Esta propuesta expositiva pretende mostrar mi proceso creativo y experimental en los últimos años. En el hombre moderno late una nostalgia y una necesidad de imaginar lugares utópicos del recuerdo y el deseo, recreando una geografía de espacios anhelados, quizás sean esos espacios lejanísimos de los que se han perdido todas las huellas: Un mundo sagrado, lugar del que el ser humano fue apartado y al cual quiere retornar.
Con este sentimiento de exilio y búsqueda encuentro en la materia y el color la fe ante la existencia cierta de un hogar primordial. En una primera etapa el color surge de la necesidad interior de llenar vacíos, pero en mi proceso experimental del espacio me he encontrado con los silencios y he luchado con los vacíos, llevándome a preguntarme: ¿El vacío debía ser colmado como fuera? Desde su nacimiento en la vieja Grecia, nuestra cultura occidental se ha visto obsesionada por el horror al vacío. Pero El espacio en blanco es fértil! Lo he ido experimentando en mi pintura, he sentido que estos espacios en blanco, huecos, ausencias y absolutos son como los silencios del poema o de la música, constituyen su parte activa, creando un dinamismo interno.
En una segunda etapa son éstos mis nuevos espacios deseados, coordenadas geográficas que son a la vez, una geografía sentimental y reflexiva, donde el color persiste, dialoga y lucha con la nada. Giacometti afirmó que “La finalidad del arte no es reproducir la realidad, sino crear una realidad de la misma intensidad”…ésta es mi premisa, la que me permite lanzar al horizonte estos lienzos, cuya blancura inicial me han dado el derecho a soñar con el color pero también con vacíos bien pensados, creando espacios con un propio vocabulario, en busca de una construcción personal del mundo y de mí misma.
Katia Muñoz